Que la lactancia es buena todo el mundo lo sabe pero, por
Dios, no eres mala madre si no das el pecho. Los niños se crían muy saludables
también con el biberón.
Yo estaba
dispuesta a dar el pecho e incluso sacarme leche para congelar y así que otra
persona pudiera seguir dándosela cuando empezara a trabajar. Tenía ya el
sacaleches comprado y preparado para ser una mamá diez. Ya en el hospital me di
cuenta que con el calostro no bastaba, sí, Ada estaría bien alimentada, pero se
quedaba con mucha hambre, así que pedimos que nos dieran jeringuillas de leche.
Las enfermeras en un principio nos dijeron que no, pero bajo nuestra
responsabilidad nos dieron un par de ellas, argumentaron que eso podía impedir
que la niña tomara pecho, pero no fue así. La niña seguía cogiendo el pecho y
se quedaba dormidita después de su jeringuilla de leche. Con esto no quiero
decir que haya que hacerlo, evidentemente, si vuestro niño se queda a gustito
tomando sólo el calostro, pues estupendo; y si el niño no os coge el pecho nada
más dar a luz, tampoco os recomiendo darle otra leche porque es cierto que puedo
acostumbrarse. Al llegar a casa me angustiaba precisamente que al darle leche
artificial pudiera impedir que siguiera dando el pecho, así que me negaba a darle
biberón; además, había leído que mientras más pecho le dieran más leche
produciría, así que le daba pecho todo el rato, no me daba tiempo ni a saber si
me había subido la leche porque el pecho no llegaba a llenarse. Así pasé un mes
y medio, tiempo que parece una ridiculez excepto si tu bebé se pasa llorando
todo el día. Cual fue mi sorpresa cuando al llevarla al pediatra desesperada, y
llorando tanto o más que ella, este me dijo que empezara a darle biberón
después de cada toma. Que le comprara leche anticólicos por si los llantos
también fueran por eso y le hiciera un biberón de 60, si se quedaba con hambre
le diera otro de 30 y si aún tenía más hambre otros 30. Me sentí francamente
aliviada porque ya podía darle leche sin sentirme culpable.
Me fui a la
farmacia y le compré leche. A partir de ese día los llantos se redujeron
muchísimo, la niña descansaba y yo también. Esa leche anticólicos, Novalac, no
le sentaba muy bien así que cambie a Nutribén y le encantó. Me di cuenta que la
leche anticólicos la estreñía así que empecé a alternar la normal y la
anticólicos.
Os puedo
asegurar que esa decisión cambió todo y que a día de hoy Ada sigue tomando
pecho y biberón. Ojalá todas tuviéramos leche y leche en cantidad y de calidad,
pero no es así.